Miedo y democracia/ Diálogo.
Yamil Darwich.
Nunca como ahora, en pleno siglo XXI, el mundo padece una grave enfermedad: miedo. La Comarca Lagunera no es excepción.
La inseguridad, el temor a no poder enfrentar las responsabilidades económicas familiares y personales crean incertidumbre, llevando a muchos a la depresión y suicidio, incluyendo problemas varios de salud física.
El miedo, a través de la historia, ha sido el contra-argumento de la razón, desplazándola y llevándonos a cometer actos irreflexivos. Tome como ejemplo los suicidios, leídos frecuentemente en los periódicos.
Ese miedo, en todas las culturas, ha sido utilizado como instrumento para evitarnos pensar; sucedió con el arribo del comunismo, utilizado por el mundo capitalista como argumento para despertar temor y repudio; los cristianos lo aplicamos contra el islamismo, dándole similitud con la maldad, demonio, infierno y perdición; hoy día, los mercadólogos de la política, han logrado crear asociación mental entre terrorista y musulmán. ¿Ya lo había notado?
Los que administran el miedo para alcanzar sus fines, saben que, al provocarlo, caemos en la tentación de negociar principios morales y hasta la libertad.
Si alguien nos ofrece seguridad social, muy probablemente estaremos dispuestos a escuchar y ceder algunos derechos humanos.
El Dr. Vilayanur S. Ramachandran, catedrático de la Universidad de California dice: “El temer tiene mayor poder sobre la razón y las emociones, en particular la llamada miedo”, realidad utilizada por políticos del mundo, incluidos los mexicanos, aunque éstos lo hagan empíricamente.
Si no conocemos lo anterior, seguramente nos dejaremos llevar sin tener la plena conciencia y por los mensajes que despiertan sentimientos entregaremos nuestro voto.
Barry Glassner, profesor de la universidad del Sur de California, dice que hay tres técnicas que, combinadas, provocan miedo: la repetición –recuerde a Goebbels y su afirmación “La falsedad de tanto repetirla se toma como verdad”–; hacer que lo anormal nos parezca normal –utilizado en comerciales para hacernos comprar–; y la adecuada difusión –“sectorización” dicen los publicistas–.
Con tal conocimiento, algunos políticos han logrado mover a las masas y hacerles aceptar y apoyar sus acciones, aún cuando sean incorrectas; el mejor ejemplo es el manejo de Bush, cuando acusó a Sadam Houssein de ser el responsable del ataque a las Torres Gemelas de Nueva York. El resultado se reflejo en las encuestas que le dieron más del 70% de aceptación; dijo en un discurso “imaginad conmigo este nuevo temor” logrando conectar el miedo al ataque terrorista con sus propósitos de invasión a Irak.
Ahora sabemos que no tenían armas nucleares, estaban lejos de poder desarrollarlas y tampoco existía conexión alguna entre Houssein y Osama Bin Laden. El costo en vidas y dinero aún lo estamos pagando.
En el proceso de despertar emociones, incluido el miedo, participan los medios, particularmente la televisión, con su capacidad para influirnos con imágenes visuales y auditivas repetidas y anormales. ¿Quién no sabe de maquillajes rellenos y retoques a los modelos de ropa?; ¿quién no recuerda los aviones chocando contra las Torres Gemelas?
En nuestro caso regional –aunque se maneje de manera simple– para tener seguridad aceptamos la presencia de soldados y paramilitares en las calles; permitimos allanamientos de moradas y hasta robos en ellas; ocasionalmente ser heridos en retenes de inspección. Más allá de la discusión de si es legal o necesario, está el miedo, aceptándolos como males necesarios, pensando que nos acarrearán bien social y tranquilidad. ¿Será?
Hay otros ejemplos menores, como los nuevos impuestos para recibir mejores servicios; o el incremento del costo del transporte, ante el temor de “paros” organizados por líderes abusivos.
Existen otros conceptos que debemos recordar, como el estrés postraumático producido en quienes han sido agredidos; ellos, al recordar, sufren del mismo miedo. También podemos combinarlo con el conocido como “trauma vicario”, temor generado por las experiencias de otros; tomemos la muestra de una bomba atómica, estallando y mostrando el hongo producto de su expansión, particularmente si montamos –por ejemplo– una imagen urbana, nos predispone a aceptar mensajes como: “luchemos por la democracia”. Justo es comentar como se utiliza para fines aparentemente buenos, como el cartel mostrando un cigarrillo encendido con una calavera de fondo.
Concesionamos aplicando aquello de “el fin justifica los medios”; aun cuando es conveniente dejar de fumar, hacerlo por temor y no por convicción razonada es renunciar al derecho de decidir; igual cuando aceptamos propuestas políticas con manipulación y falsas promesas.
Tengo la expectativa de que, con este diálogo, aprendamos a leer “entre líneas” los mensajes publicitarios y de mercadotecnia política; que pensando, aprendamos a no dejarnos intimidar con el miedo o, al menos, empecemos a hacer conciencia de la manipulación.
Le recuerdo lo dicho por Lactacio, filosofo de la Roma antigua: “Donde el miedo está presente, la sabiduría no puede existir.
Lo invito a decidir por quién votará, con nuevo enfoque personal, ¿acepta? ydarwich@ual.mx
Anuncian nuevo aumento a gasolina y diesel
Hace 12 años.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario