La Jornada, 21 de Noviembre de 2009, p. 7
Angel Bolaños
La ceremonia de entrega de la Medalla 1808 a los historiadores John Womack y Eric Van Young, en el antiguo Palacio del Ayuntamiento del Gobierno del Distrito Federal (GDF), devino acto de apoyo al Sindicato Mexicano de Electricistas (SME).
Womack cedió el galardón al gremio, y en un texto leído por la investigadora de El Colegio de México Alicia Hérnández Chávez señaló que es la “organización más importante, más valiente que se formó en esta ciudad durante las guerras revolucionarias de principios del siglo pasado”.
Deploró el “oscurantismo” del gobierno federal. Advirtió que “sería de ciegos ocultar lo obvio: que el México contemporáneo exige una reorganización política profunda y responsable”, con “una limpia de todos los extremos del nudo, y no de uno solo”.
A su vez, Marcelo Ebrard, jefe del GDF, convino con lo expresado por Womack. Aseveró que no se requiere ser historiador para coincidir, y advirtió que es una señal “preocupante, ominosa”, la desaparición “forzosa, arbitraria, o al menos eso se busca, de una organización sindical formada al inicio del siglo pasado, al calor de las luchas revolucionarias de entonces”. La liquidación “otra vez da cuenta de la ignorancia de la historia y el desprecio a los movimientos sociales que explican al México de hoy”.
Van Young, autor de La otra rebelión. La lucha por la Independencia de México, 1810-1821, compartió algunas anécdotas de sus prolongadas estancias en el país, donde sus colegas mexicanos le han significado apoyo, inspiración, crítica constructiva y “un número no insignificante de crudas serias”.
A continuación, el texto completo de John Womack:
Estimados miembros del Comité de Premiación de Historia.
Estimado jefe de Gobierno, licenciado Marcelo Ebrard.
Estimado doctor Enrique Márquez.
Colegas y amigos:
Agradezco el honor del premio, Medalla 1808, que el comité me otorga. Acepto la distinción, no por pensar que mi trabajo me hiciera merecedor de un premio, sino por el amor que siento para esta gran ciudad, la mayor y más tremenda que yo conozca. Mayor por su grandeza cuando en 1808, preso el rey español en Francia, el Cabildo Metropolitano asumió la representación política de toda la Nueva España en defensa de su soberanía.
Tremenda capital de la nación por la eclosión y crisol de sus profundas e inaceptables contradicciones. Recibo la Medalla 1808 en nombre de tantos personajes y eventos históricos por los cuales siento un profundo e inagotable respeto.
Recuerdo el año de 1973. Una organización, con la cual mantengo una deuda especial, me abrió su archivo histórico para fundar mi investigación del movimiento obrero: me refiero al Sindicato Mexicano de Electricistas, el SME.
Tengo siempre presente su característica esencial: ser el SME, el sindicato más estratégico, autónomo y responsable del país y siempre actual como fuerza y símbolo de la colectividad de la ciudad de México y de la gran área metropolitana del país.
Incluso su fecha de fundación es simbólica, 1914-1915, bajo la neutralidad del gobierno de la Convención y custodiado por el Ejército Libertador del Sur. Con los revolucionarios del sur mantuvieron una relación de respeto y de apoyo mutuo para garantizar el buen funcionamiento de la capital.
Singular porque de 1915 al presente año, 2009, se mantiene autónomo de los compromisos contraídos por otras organizaciones con las fuerzas políticas y económicas en el poder. Sería de ciegos ocultar lo obvio: que el México contemporáneo exige una reorganización política, profunda y responsable; reorganización que comporta una limpia de todos los extremos del nudo, y no de uno solo.
Los ciudadanos, no sólo de México, sino del mundo entero, clamaron por gobiernos eficaces, no dispendiosos, y más justos; clamamos por transparencia de las directivas de empresas paraestatales y empresas de capital privado-mixto. Transparencia y calidad de estas cúpulas con miembros o camarillas de la representación política y económica, en los partidos y entre los empresarios.
Celebramos bicentenarios y centenarios que cambiaron a México e impulsaron su ingreso a la sociedad de naciones. Mi respeto infinito por la capacidad de los mexicanos para trasformar en beneficio de la mayoría sus momentos de crisis. Tal convicción me mueve a rendir honor y hacer entrega de esta medalla a la organización más importante, más valiente que se formó en esta ciudad durante las guerras revolucionarias a principios del siglo pasado, el SME, que desde sus primeras luchas se distinguió de todos los sindicatos entonces activos, por su ayuda decidida al Ejército Libertador del Sur y que en casos críticos de emplazamiento a huelga siempre actuó con gran sentido de responsabilidad hacia la clase obrera y con la sociedad mexicana.
Confío en estar presente y celebrar personalmente el cambio que arroje luz en torno al oscurantismo que rige la praxis actual del estatismo de tiempos pasados.
Muchas gracias a todos.
John Womack, Jr.
Womack cedió el galardón al gremio, y en un texto leído por la investigadora de El Colegio de México Alicia Hérnández Chávez señaló que es la “organización más importante, más valiente que se formó en esta ciudad durante las guerras revolucionarias de principios del siglo pasado”.
Deploró el “oscurantismo” del gobierno federal. Advirtió que “sería de ciegos ocultar lo obvio: que el México contemporáneo exige una reorganización política profunda y responsable”, con “una limpia de todos los extremos del nudo, y no de uno solo”.
A su vez, Marcelo Ebrard, jefe del GDF, convino con lo expresado por Womack. Aseveró que no se requiere ser historiador para coincidir, y advirtió que es una señal “preocupante, ominosa”, la desaparición “forzosa, arbitraria, o al menos eso se busca, de una organización sindical formada al inicio del siglo pasado, al calor de las luchas revolucionarias de entonces”. La liquidación “otra vez da cuenta de la ignorancia de la historia y el desprecio a los movimientos sociales que explican al México de hoy”.
Van Young, autor de La otra rebelión. La lucha por la Independencia de México, 1810-1821, compartió algunas anécdotas de sus prolongadas estancias en el país, donde sus colegas mexicanos le han significado apoyo, inspiración, crítica constructiva y “un número no insignificante de crudas serias”.
A continuación, el texto completo de John Womack:
Estimados miembros del Comité de Premiación de Historia.
Estimado jefe de Gobierno, licenciado Marcelo Ebrard.
Estimado doctor Enrique Márquez.
Colegas y amigos:
Agradezco el honor del premio, Medalla 1808, que el comité me otorga. Acepto la distinción, no por pensar que mi trabajo me hiciera merecedor de un premio, sino por el amor que siento para esta gran ciudad, la mayor y más tremenda que yo conozca. Mayor por su grandeza cuando en 1808, preso el rey español en Francia, el Cabildo Metropolitano asumió la representación política de toda la Nueva España en defensa de su soberanía.
Tremenda capital de la nación por la eclosión y crisol de sus profundas e inaceptables contradicciones. Recibo la Medalla 1808 en nombre de tantos personajes y eventos históricos por los cuales siento un profundo e inagotable respeto.
Recuerdo el año de 1973. Una organización, con la cual mantengo una deuda especial, me abrió su archivo histórico para fundar mi investigación del movimiento obrero: me refiero al Sindicato Mexicano de Electricistas, el SME.
Tengo siempre presente su característica esencial: ser el SME, el sindicato más estratégico, autónomo y responsable del país y siempre actual como fuerza y símbolo de la colectividad de la ciudad de México y de la gran área metropolitana del país.
Incluso su fecha de fundación es simbólica, 1914-1915, bajo la neutralidad del gobierno de la Convención y custodiado por el Ejército Libertador del Sur. Con los revolucionarios del sur mantuvieron una relación de respeto y de apoyo mutuo para garantizar el buen funcionamiento de la capital.
Singular porque de 1915 al presente año, 2009, se mantiene autónomo de los compromisos contraídos por otras organizaciones con las fuerzas políticas y económicas en el poder. Sería de ciegos ocultar lo obvio: que el México contemporáneo exige una reorganización política, profunda y responsable; reorganización que comporta una limpia de todos los extremos del nudo, y no de uno solo.
Los ciudadanos, no sólo de México, sino del mundo entero, clamaron por gobiernos eficaces, no dispendiosos, y más justos; clamamos por transparencia de las directivas de empresas paraestatales y empresas de capital privado-mixto. Transparencia y calidad de estas cúpulas con miembros o camarillas de la representación política y económica, en los partidos y entre los empresarios.
Celebramos bicentenarios y centenarios que cambiaron a México e impulsaron su ingreso a la sociedad de naciones. Mi respeto infinito por la capacidad de los mexicanos para trasformar en beneficio de la mayoría sus momentos de crisis. Tal convicción me mueve a rendir honor y hacer entrega de esta medalla a la organización más importante, más valiente que se formó en esta ciudad durante las guerras revolucionarias a principios del siglo pasado, el SME, que desde sus primeras luchas se distinguió de todos los sindicatos entonces activos, por su ayuda decidida al Ejército Libertador del Sur y que en casos críticos de emplazamiento a huelga siempre actuó con gran sentido de responsabilidad hacia la clase obrera y con la sociedad mexicana.
Confío en estar presente y celebrar personalmente el cambio que arroje luz en torno al oscurantismo que rige la praxis actual del estatismo de tiempos pasados.
Muchas gracias a todos.
John Womack, Jr.
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